Vivimos en una sociedad que está
dominada por el capitalismo. Se basa en
el dinero como medio de poder. Y actualmente el capitalismo está
agotado, se creó para una situación del mundo que ahora ya no funciona. En el
primer mundo se ha producido una sobreexplotación de los bienes. La economía se
rige por el consumismo y la creación de necesidades. Y quién no posee dinero
está excluido del sistema.
El consumo mueve el mercado, y
para ello el sistema necesita crearnos unas necesidades para que se produzca. Y
hoy en día con el globalismo o “mundialismo” término más apropiado en español,
estas necesidades se crean a nivel mundial.
Para que el consumo se produzca
de manera incesante los productos necesitan regenerarse constantemente. Por
ello se crean las modas y productos de
bajo coste y de un corta vida útil.
En el documental "Obsolescencia Programada: fabricados para no durar" se reflexiona entre otras cosas sobre las impresoras. Se explica que
están fabricados para tener una duración corta de vida, y en el momento en el
que se averían arreglarlos tiene un coste casi parecido o más elevado que
comprar uno nueva.
Además hay todo un complot contra
la bombilla. Los investigadores han hallado la fórmula para que no llegue a
fundirse funda. Pero al no ser rentable, puesto que desmantelaría todo el
negocio de los que las fabrican, no va a llegar a comercializarse. Esto también
pasa con otros productos como por ejemplo el uso de telas irrompibles que se
usarían para fabricar ropa o medias, pero no son modelos viables para el consumismo.
Esta economía basada en comprar
tirar comprar, no es beneficioso para el medio ambiente, puesto que genera de basura
y gasto de energía de manera desmesurada y genera grandes problemas
medioambientales.
Este tema se trata en el Documental "Ciberbasura sin Fronteras".Ghana un país africano se ha
convertido en el vertedero de la basura electrónica de occidente. Y es que Europa genera cerca de 50 millones de toneladas de basura electrónica al año. La Unión
Europea dispone de leyes que prohíben la exportación de residuos peligrosos, pero encubiertos
como bienes de segunda mano o incluso donaciones, consiguen burlar las barreras legales y llegar a puerto.
Muchos
de los aparatos electrónicos se pierden o no van al lugar apropiado, es
decir a una planta de reciclaje, a pesar de que el consumidor paga, cuando
compra ese aparato, una cantidad destinada para ello.
Aunque para las empresas no es
rentable mantener una planta de reciclaje para sus productos, es más económico
enviarlos a este país.
Residuos como plomo, arsénico,
cobalto, mercurio, cadmio, son un cóctel de sustancias tóxicas, que se esparcen
por el país y que ocasionan graves problemas de salud, enfermedades
incurables y destrozos medioambientales, que contaminan el agua, los alimentos
y que crean una atmósfera irrespirable.
Además los habitantes de Ghana, por
unos pocos euros venden los componentes que recogen y se exponen a grandes
problemas de salud.
¿De qué nos sirve una sociedad que crece de forma exponencial e
investiga para ello, si este progreso supone un desastre para nuestro planeta y
generamos perjuicios para otras personas que viven en la mísera pobreza?
Las personas somos mercancía, y
no importan tanto como el beneficio económico de las empresas. Necesitamos un
cambio en el modelo económico. Un economía que sea más humana.
Las TIC son herramientas
maravillosas pero no son la panacea de los problemas del planeta, puesto que no
han resuelto problemas, sino más bien los están creando. Esta idea se
reflexiona en el artículo de Jose A. Gabelas
El costo social ya lo conocemos, grandes partidas presupuestarias que deberían emplearse en proyectos de educación o sanidad, se destinan a compras de materiales informáticos que sólo sacan provecho unos pocos, o que se apolillan en los almacenes o estanterías de los centros porque no hay nadie que los gestione con una visión de desarrollo comunitario.
El costo social ya lo conocemos, grandes partidas presupuestarias que deberían emplearse en proyectos de educación o sanidad, se destinan a compras de materiales informáticos que sólo sacan provecho unos pocos, o que se apolillan en los almacenes o estanterías de los centros porque no hay nadie que los gestione con una visión de desarrollo comunitario.
De los seis mil millones de
habitantes que pueblan el planeta, más de dos mil no tienen acceso a las redes.
El alto costo de las comunicaciones virtuales dificulta la igualdad de
oportunidades. No en balde, el perfil del internauta está dibujado como varón,
blanco, de clase media. A este problema económico tenemos que añadir lo ya
dicho sobre el empleo reduccionista de la comunicación. Cuando la escuela
incorpora las TIC ¿qué tipo de comunicación está proponiendo, qué tipo de educación
plantea y para quién?Nunca tantos han sido incomunicados por tan
pocos.
E. Galdeano afirma que “estamos ante un mundo sin alma; no hay pueblos, sino mercados; ciudadanos, sino consumidores; naciones sino empresas; relaciones humanas, sino competencias mercantiles”.
Si la comunicación se
reduce a tecnología y mercado estamos convirtiendo nuestras relaciones en puro
intercambio comercial, alimentado la triste espiral del que más tiene más
invierte para tener más. Las grandes empresas venden a los que tienen, los que
carecen de poder adquisitivo, sencillamente no existen.