domingo, 14 de octubre de 2012

LA SOCIEDAD MULTIÉTNICA





Ha pasado cuarenta y ocho años desde que Norman Rockwell  inmortalizó en un lienzo a la primera niña afroamericana que fue a un colegio de blancos en EEUU. Aquel primer día tuvo que ser acompañada por federares al colegio, ¿Por qué necesitaba protección una pequeña de seis años?.  ¿Por la gran expectación?. No, su llegada provocó gran caos y confusión. La gente le gritaba, escupían a su paso y le tiraban cosas. Una mujer amenazó con envenenar su comida, a partir de entonces la niña tuvo que llevar el almuerzo desde casa. Todos los maestros, menos uno, se negaron a darle clases.



En esta imagen en la pancarta se lee “ la integración es un pecado mortal”.


Parecen inverosímiles estas imágenes, hoy en día escandalizarían a cualquiera, y más en un país como EEUU formado mayoritariamente por extranjeros, y una gran presencia de afroamericanos.

Pero la verdad es que no ha pasado ni un siglo, y parece que nos hemos olvidado de ello. ¿Qué hubieran dicho esas madres si hubieran sabido que un afroamericano iba a llegar ser presidente de EEUU?

Para Sartori, hoy predomina, un multiculturalismo que sigue estando anclado en la étnia, aunque sin embargo, es de cuño cultural. El multiculturalismo no plantea problemas a una concepción pluralista del mundo, pero si el multiculturalismo, en cambio, se considera como un valor, pluralismo y multiculturalismo de pronto entran en colisión.

El pluralismo aprecia la diversidad, pero si una sociedad no es heterógenea,  sino homogénea, no se  siente obligado a multiculturizarla. Multiculturalidad es tolerancia y la tolerancia no ensalza tanto al otro y a la alteridad, solo los acepta.

Para Sartori, una sociedad fragmentada compuesta de grupos configurados por la tradición o por identidades adscritas, que se mantienen incomunicados o enfrentados entre sí, no tienen nada que ver con una sociedad pluralista, caracterizada por las asociaciones voluntarias, las afiliaciones múltiples y las líneas de división cruzadas de unos ciudadanos que se toleran y se reconocen recípocramente sus derechos.

Las identidades de adscripción (nacionalidad, lengua, raza, religión o sexo) del multiculturalismo, pegadas a la espalda de sus titulares desde el nacimiento, crean guetos cerrados e impiden a sus pobladores atravesar fronteras interculturales. Las políticas públicas de affirmative action o de discriminación positiva en favor de grupos desfavorecidos refuerzan
esas tendencias a fabricar la diversidad, aunque no tengan una fundamentación teórica multicultural.

Sartori rechaza la ciudadanía diferenciada, aquella en la que a ciertos ciudadanos se les permiten ciertas cosas por pertenecer a ciertos grupos que no se les permiten a otros ciudadanos de grupos distintos. Lo que defiende es la igualdad absoluta ante la ley.

Pero creo que en este tema no todo es blanco y negro, es verdad con la discriminación positiva, no se tratan de la misma forma a todos, a unos le ofreces más ventajas que atros. Pero las veo necesarias si el sistema cultural o las circunstancias personales hace que no partan de unas mismas condiciones. Porque si esto lo trasladamos a una persona que tiene una disminución de la capacidad visual, está claro que la sociedad tendrá que ajustarse a esa persona como carteles en barille para que también puedan acceder a lugares como cualquier otro.

Pero también opino que la diferencia existe, a pesar de que ante todos somos seres humanos, cada uno tiene una forma de interpretar el mundo y su entorno. Y está claro que la sociedad no puede adaptarse como el caso anterior a todas las culturas, puesto que nunca se acabarían de adaptar, por las disparidad de las culturas, y su forma de interpretar.

Pero debemos ser cada vez más tolerantes y no tan hipócritas y reconocer que las diferencias existen, y no dejarnos llevar por viejos argumentos religiosos como “como ante dios todos somos iguales”, que es verdad que en nuestra esencia humana  y espiritual todos vamos a acabar de la misma forma, pero aquí en la tierra las diferencias sí existen.

Sartori define a la sociedad como multiétnica. Hasta qué punto puede ser abierta una sociedad ?, ¿Hasta qué punto puede ser plural una sociedad pluralista?
No son preguntas fáciles de responder. Corren tiempos, con los grandes flujos migratorios hacia las sociedades occidentales, en los que el mismo hecho de plantearlas ya demuestra valor.

El pluralismo precisa de la tolerancia, pero ser tolerante no implica automáticamente pluralismo.

Y la sociedad que defiende Sartori es la sociedad pluralista nacida del consenso, es más, es aquella en la que uno está obligado a alcanzar un consenso. Pero plantea, con bastante acierto, que una sociedad dividida en grupos no es automáticamente una sociedad pluralista:

“Una sociedad fragmentada no es por ello una sociedad pluralista. [...] el pluralismo postula una sociedad de “asociaciones múltiples”, ésta no es una determinación suficiente. En efecto, estas asociaciones deben ser, en primer lugar, voluntarias (no obligatorias o dentro de las cuales se nace) y, en segundo lugar, no exclusivas, abiertas a afiliaciones múltiples. Y este último es el rasgo distintivo.

El contraciudadano que rechaza los principios de la sociedad que le acoge mientras se beneficia de las ventajas que le ofrece esa misma sociedad.

Ante esta idea puedo pensar que los humanos no podemos estar deacuerdo en todo, ni tampoco tenemos los mismo valores, pero no hay nada de malo en beneficiarse de las ventajas que la sociedad debe ofrecer independientemente de las ideas políticas o valores. Pero siempre teniendo en cuenta que la persona que rechaza esos principios debe de no poner límites y ceder tanto unos como otros. Porque  ¿qué son los principios?, como decía Chaplin “aquí están mis principios y si no le gustan tengo otros”. Los principios sólo sirven para alejarnos unos de otros. Son ideas que uno se impone y son realmente absurdas seguirlas a raja tabla.

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